PROTESTAS CONTRA LA FDA DE LAS VÍCTIMAS DEL OXYCONTIN

Visto: 2010

Cientos de estadounidenses protestaron en Washington contra la FDA y al Departamento de Salud (HHS)  por no haber reaccionado a tiempo contra la “epidemia de opiáceos” que provocó más de 200 mil muertes y la Fiscal General de Nueva York, Letitia James, acusó a la familia Sackler, dueña del laboratorio fabricante del analgésico OxyContin, de “usar varias compañías para transferirse fondos a ellos mismos” anticipándose a una inevitable bancarrota por los dos mil juicios que afronta en el país.

Durante la protesta en Washington frente a un edificio federal del HHS, los manifestantes encabezados por familiares de las víctimas, colocaron una escultura consistente en una cuchara de metal fundido de 800 libras, que simulaba una dosis de heroína y estaba estampada con el logotipo de la FDA.

Los manifestantes recriminaron a la FDA por su política de tolerancia con los opioides que se expresó en el pasado con el OxyContin y fue ratificada en noviembre con la aprobación de Dsuvia, un fármaco contra el dolor mil veces más potente que la morfina.

Los activistas reclamaron a la administración Trump que designe como comisionado de la FDA a alguien que adopte un enfoque diferente al renunciante Scott Gottlieb en las aprobaciones de opioides.

La protesta se produjo después de una serie de “escraches” en museos financiados por la familia Sackler y en Washington el escenario estuvo ubicado a solo cinco cuadras de la galería de arte Arthur M. Sackler en el National Mall.

Sarah Peddicord, una portavoz de la FDA, respondió en un comunicado que la agencia "ha estado actuando enérgicamente para enfrentar la crisis, que es la tragedia de salud pública más grande y compleja que jamás haya enfrentado nuestra nación".

Pero los manifestantes afirmaron que las acciones de la FDA han sido insuficientes y que mientras aprueba Dsuvia demora la comercialización de Brixadi, una nueva droga para tratar las adicciones porque existe un medicamento similar patentado hasta 2020.

La escultura gigante, completada con heroína líquida pintada y marcas de quemaduras en su parte inferior, es un arte de protesta de Domenic Esposito, un escultor con sede en Boston cuyo hermano ha luchado contra la adicción.

En una demostración previa, Esposito dejó una cuchara en la sede central de Purdue Pharma en Connecticut, el fabricante de opioides cada vez más culpado por exacerbar la crisis.

"Necesitan investigaciones reales", dijo Esposito sobre la FDA, alegando que la agencia contribuyó a una supervisión deficiente de los fabricantes y distribuidores de medicamentos que permitieron que las tasas de prescripción y desviación de opioides aumentaran en las últimas dos décadas.

El laboratorio Purdue Pharma de la familia Sacklers afronta alrededor de dos mil juicios en Estados Unidos por los que podría declararse en bancarrota y por eso resulta sospechoso que haya transferido marcas y activos a subsidiarias con la presunta finalidad de eludir el pago de millonarias indemnizaciones.

En los últimos meses, Purdue ha lanzado dos sociedades limitadas que ahora están comercializando o desarrollando medicamentos que anteriormente figuraban como parte de la cartera de productos de Purdue.

Varios ejecutivos actuales y anteriores de Purdue dirigen estas compañías, a las que la casa matriz se refiere como subsidiarias operativas. Y una sociedad perteneciente a Purdue posee derechos de marca para sus nombres comerciales, reveló el sitio especializado Pharmalot.

Una subsidiaria es Adlon Therapeutics, que recientemente obtuvo la aprobación de la FDA para comercializar una píldora para el TDAH, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

La otra subsidiaria es Imbrium Therapeutics, que tiene un acuerdo conjunto de desarrollo y comercialización con la japonesa Eisai para una píldora para el insomnio que podría ser aprobada este año por la FDA. El acuerdo se anunció por primera vez en 2015 entre Purdue y el fabricante de medicamentos japonés.

La Fiscal General de Nueva York, Letitia James, acusó a la familia Sackler de usar varias compañías para transferirse fondos a ellos mismos” y afirmó que “las ganancias pagadas por dichas compañías a los propietarios de Purdue deben ser recuperadas en lugar de considerarse activos que deben protegerse de los acreedores”.

El sitio Pharmalot publicó que los miembros de la familia Sackler poseen millonarios departamentos en Manhattan y uno de ellos una finca en Rhode Island valuada en 5 millones de dólares.

"Si hay una declaración de bancarrota, lo primero que sucederá es que habrá una audiencia masiva para ver los activos, dónde se ha ido el dinero, si hubo transferencias fraudulentas o maniobras financieras inapropiadas", advirtió Joseph Rice, uno de los abogados que representan a Cleveland y otros Estados contra Purdue y otras compañías farmacéuticas de opiáceos.

"Esto va a crecer más allá de lo que hoy se define como Purdue Pharma. Habrá más control sobre lo que esta empresa ha hecho, cómo lo ha hecho y cómo se ha llevado a cabo la acción", vislumbró Rice.

Un portavoz del laboratorio respondió al periodista Ed Silverman de Pharmalot, que "Purdue es una empresa privada y no hacemos comentarios sobre la información financiera".

El vocero remitió para más información al sitio web de Purdue.

Lo que el sitio web no revela son los nombres de las personas que dirigen las subsidiarias. Ambos están encabezados por ex ejecutivos de Purdue, quienes fueron cambiados en los últimos meses.

La página de Adlon en LinkedIn muestra solo un empleado, Marcelo Bigal, un jefe médico de Purdue que en febrero se mudó a Adlon. Se había unido a Purdue hace un año procedente de Teva Pharmaceutical, reseñó el periodista.

La página de LinkedIn de Imbrium indicó que Paul Medeiros fue nombrado presidente en enero, después de pasar más de siete años en Mundipharma Pharmaceuticals, una compañía con sede en Londres que desde 2003 es controlada por la familia Sackler y que tiene una filial en Argentina.

De hecho, casi todo el equipo ejecutivo de Imbrium proviene de Purdue, incluidos los jefes de reglamentación, operaciones comerciales y licencias, varios de los cuales trabajan al mismo tiempo aún en Purdue. Tanto Purdue como Imbrium comparten directores médicos ejecutivos.

Imbrium y Adlon además tienen su sede en Stamford, Connecticut, donde Purdue tiene su casa matriz desde hace años.

El cronograma de todas estas actividades, desde la creación de las subsidiarias hasta la transferencia de activos y empleados, podría ser un problema para Purdue y los Sacklers, ya que esto ocurrió poco antes de que el fabricante de medicamentos indicara que la quiebra es una posibilidad, según Erik Gordon, profesor de derecho en la Universidad de Michigan.

Sin embargo, resolver esto puede complicarse. Por lo general, un tema clave sería si Purdue creó las subsidiarias y transfirió los medicamentos a las entidades para escapar de los reclamos de quiebra de los acreedores. En términos legales, tales inquietudes se conocen como “medios fraudulentos”, según Paul Rubin, un abogado que se especializa en leyes de bancarrota.

“Esto es lo que persigue la fiscal general de Nueva York”, aseguró Ed Silverman.

“Si la razón para transferir activos es crear una filial de Purdue Pharma nueva y saludable que deba protegerse de la responsabilidad potencial de las demandas pendientes, y esta transferencia toma estos activos de un demandado de Purdue Pharma y los pone fuera del alcance de los demandados, entonces puede haber un problema real pues la transferencia puede ser atacada como una transferencia fraudulenta", aventuró Rubin.

“Las subsidiarias operativas, en este caso, probablemente serían consideradas activos de Purdue al alcance de los acreedores, al menos en algún momento, ya que Purdue tiene una participación de control”,  coincidió Gordon.

Nuevas revelaciones indican que la familia Sackler realizó millonarias donaciones a Tufts University de medicina, de Massachusetts, para generar una corriente de opinión favorable a los analgésicos opioides.

Una revisión del sitio STAT de dos décadas de documentos académicos, formularios de impuestos y revelaciones de financiamiento, sugiere que el dinero de la familia y la compañía que se destinó a Tufts University ayudó a promover sus intereses, “generando buena voluntad para los miembros de la familia que fueron alabados por su filantropía y ampliando los argumentos sobre los opioides que encajaban con sus objetivos comerciales”.

Tufts abrió sus puertas a Purdue, permitiendo en 2003 a un ejecutivo de alto rango de la compañía, el doctor David Haddox, que afirmara que OxyContin no era adictivo, durante una conferencia, otorgándole el título de profesor adjunto asociado de salud pública y comunidad.

En 2009, un profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Tufts llamado Daniel Carr hizo un balance de los logros del programa de dolor que había ayudado a iniciar una década antes y agradeció a los donantes del programa, incluido la familia Sackler.

"Le debemos mucho a la familia Sackler, cuyo apoyo inicial y continuo ha sido indispensable", dijo Carr en esa oportunidad.

Aunque sus opiniones han cambiado, en 2001, Carr sugirió que a algunos pacientes se les administraran opioides fuertes al principio del tratamiento, minimizaron sus riesgos y cuestionaron la cautela con que algunos médicos recetaban opioides. También ha impartido cursos de educación médica continua para clínicos financiados por Purdue.

Mientras tanto, la prominencia de Carr creció: en 2016, se desempeñó como presidente de la Academia Americana de Medicina del Dolor y moderó un panel con seis gobernadores sobre la crisis de los opioides. Tufts University anunció recientemente que ha contratado al abogado independiente Donald K. Stern, para investigar las denuncias de que Purdue había usado a este centro académico para promocionar sus drogas, denuncias que el presidente de la universidad privada, Tony Mónaco, calificó de "profundamente preocupante".

La compañía dijo en documentos judiciales que sus donaciones “eran parte de su apoyo general a organizaciones educativas y caritativas, no un intento de controlar la investigación”.

Los abogados de la familia Sackler escribieron que "la insinuación de que la financiación de Purdue... podría haber socavado la independencia de algunas de las mejores instituciones de Massachusetts no está respaldada por ninguna alegación objetiva específica de impropiedad por parte de esas instituciones”.