LA PANDEMIA OBLIGA A REPENSAR LA FABRICACIÓN LOCAL Y EL MODELO DE INVESTIGACIÓN, SOUTH CENTRE

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La crisis de salud mundial provocada por la pandemia es una oportunidad para repensar y establecer un modelo de I + D para productos farmacéuticos y tecnologías sanitarias que sea más eficiente, menos costoso y que satisfaga las necesidades de salud, sostiene un reciente estudio de South Centre.

La crisis de COVID-19 también puso en evidencia la interdependencia en la producción mundial de medicamentos y que ningún país es autosuficiente, obligando a muchos gobiernos a reformular el modelo globalizado de producción de insumos básicos en factorías asiáticas por cuestiones de costos y salarios.

Producción local y otro modelo de I+D son los desafíos abordados en sendos trabajos de investigación por el experto colombiano Germán Velásquez, especialista en propiedad intelectual y Asesor Especial en Política y Salud de South Centre.

Velásquez, como punto de partida, afirma que “en casos como la actual pandemia de COVID-19, la OMS debería incluir en la declaración de pandemia un llamado a que todos los productos y tecnologías relacionados con la pandemia sean tratados como bienes públicos”.

Al margen de la pandemia y sus urgencias “deben establecerse mecanismos innovadores y la sostenibilidad a largo plazo para promover la I + D de productos farmacéuticos que satisfagan las necesidades de la salud pública, especialmente en los países en desarrollo, como parte de un modelo que vincule estructuralmente la innovación con el acceso”.

“Al diseñar mecanismos públicos sostenibles para la financiación de la I + D, el mundo estaría mejor preparado para una crisis de salud como la creada por la pandemia COVID-19”, vislumbra Velásquez.

En lo inmediato, “los Estados Miembros de la OMS deberían, sobre la base de El artículo 19 de la Constitución de la OMS, iniciar negociaciones para la creación de un instrumento globalmente vinculante para la I + D y la innovación en servicio de la salud, según lo recomendado por el Grupo de la OMS que trabaja sobre el acceso a los medicamentos y el Panel de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Acceso a los Medicamentos.

Según un estudio del Boston Tufts Center, el costo estimado para el desarrollo de una nueva molécula es 2.500 de millones de dólares estadounidenses, recuerda Velásquez.

“Desde la publicación de este estudio, esta es la cifra que utilizan los laboratorios fabricantes farmacéuticos de productos "originales" para argumentan que incurren en enormes costos, lo que los obliga a cobrar altos precios por los medicamentos para cubrir sus costos”, analiza.

Sin embargo, en un estudio de investigadores de la Universidad de Rowan, Nueva Jersey, Estados Unidos, los autores establecieron que el costo promedio de desarrollar un nuevo producto fue de solo 43.4 millones”, compara.

Además, la iniciativa sin fines de lucro sobre medicamentos para enfermedades desatendidas Drugs for Neglected Diseases initiative (DNDi), informó en 2019 que el costo de la investigación y desarrollo de un fármaco contra la enfermedad del sueño fue de 55 millones”, constata Velásquez en su ensayo sobre un nuevo modelo de I+D.

Al mismo tiempo, “la crisis sanitaria mundial sin precedentes provocada por la pandemia del coronavirus -COVID-19-, hace que se vuelva a plantear con especial urgencia el debate sobre la producción farmacéutica local”, incorpora al debate.

“Muchos países industrializados están tomando la decisión de repatriar o desarrollar la producción de Ingredientes Farmacéuticos Activos (API)” y “muchos gobiernos están empezando a hablar de soberanía farmacéutica y/o seguridad sanitaria”.

“Si esto se hace realidad, los países en desarrollo tendrán que desarrollar y/o fortalecer la producción local de medicamentos y vacunas” en un contexto desfavorable porque “la guerra para obtener la futura vacuna para COVID-19 no parece fácil con estos nuevos desarrollos”.

Velásquez analiza que una de las realidades que ha desatado la crisis de salud provocada por COVID19 es la interdependencia entre todos los países en cuanto a la producción de medicamentos y vacunas.

La pandemia ha demostrado, por ejemplo, en qué medida los países desarrollados dependen de las reservas de países fuera de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), incluidas China e India”, sintetiza.

Más allá de la competencia por el mercado de medicamentos y futuras vacunas vinculadas a la pandemia, “Estados Unidos de América, Alemania, Francia y el Reino Unido ahora están considerando una estrategia para recuperar su soberanía farmacéutica para depender menos de otros países”.

Por ejemplo, la Comisión Europea “también ha lanzado una consulta pública en línea sobre la Estrategia Farmacéutica para Europa”.

“A raíz de la pandemia de COVID-19, la Estrategia Farmacéutica tendrá como objetivo garantizar el suministro a Europa de medicamentos seguros y asequibles para satisfacer las necesidades de los pacientes y ayudar a la industria farmacéutica europea a mantener su papel de innovador y líder en todo el mundo”, explica el estudio de South Centre.

Stella Kyriakides, comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria, anticipó que “la Estrategia Farmacéutica para Europa es la piedra angular de nuestra política en el campo de la salud durante los próximos cinco años, (...) responderemos

a los desafíos amplificados por la pandemia COVID-19 y a todos los problemas estructurales de acceso, asequibilidad de precios y autonomía estratégica de nuestra Unión en drogas”.

Un aspecto positivo para Velásquez es que “a medida que los estados se involucran más en la producción de medicamentos y otros productos de salud, esta podría ser una oportunidad para enfatizar en los objetivos de salud y anteponerlos a los intereses comerciales”.

Paradójicamente, la OMS ha desalentado en gran medida a los países en desarrollo de producir medicamentos a nivel local, argumentando que los productos producidos localmente cuestan más que los productos importados y que la única prioridad era garantizar el acceso a productos farmacéuticos baratos”.

Sin embargo y desde una perspectiva favorable, para el experto de South Centre “una reorganización de la producción farmacéutica mundial tal vez podría ser beneficioso para aumentar el acceso a medicamentos y otros productos farmacéuticos en países en desarrollo, y los Estados (el sector público) “deberían estar más involucrados en la promoción de la producción de suministros de salud esenciales para sistemas de salud”.

Entonces, “podría ser la oportunidad de hacer de la salud, en lugar de ganancias puramente comerciales, el objetivo principal de la industria farmacéutica”, subraya Velásquez en su estudio.

Versiones completas:
https://www.southcentre.int/wp-content/uploads/2021/01/RP-118_FR.pdf
https://www.southcentre.int/wp-content/uploads/2021/01/PB-75-Rethinking-RD-after-COVID-19-Shock-FRENCH-FINAL.pdf