EL COVID AUMENTÓ LAS DESIGUALDADES EN LA ATENCIÓN DE LA SALUD Y LAS CONSECUENCIAS AÚN SON UNA INCÓGNITA, FUNDACIÓN ISALUD

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La pandemia de COVID en América Latina desnudó la escasa producción local de bienes de salud y exacerbó las desigualdades en la atención primaria con consecuencias aún impredecibles, fueron algunas de las conclusiones del debate virtual “Lecciones de la Covid-19. Preparación para la siguiente pandemia”, organizado por la Fundación Isalud.

La demanda de insumos al comienzo de la pandemia en medio de una alocada competencia mundial, desnudó que “Sudamérica ha dejado de tener participación en la fabricación de bienes de salud”, expuso el ex ministro de Salud y rector honorario de Isalud, Ginés González García.

Sin embargo, rescató que algunos países durante la pandemia desarrollaron “una relativamente importante producción intelectual, como Argentina, que generó tres o cuatro reactivos y nuestros propios respiradores”.

“Al principio compramos todos porque era la única forma de distribuir equidad”, recordó el ex ministro de Salud y contrapuso la “imagen de trenes con enfermos desde Países Bajos a Alemania al comienzo de la pandemia”, porque no encontraban camas de terapia disponibles en sus países.

Precisamente a partir de la experiencia local e internacional de los sistemas de salud durante la pandemia, “como corolario de todo esto quedará la jerarquización de la salud pública que ahora es más importante para la sociedad”, vaticinó González García.

En Argentina, “la desinversión en salud pública se va a revertir y ya los presupuestos de salud de los últimos dos años mejoraron mucho”, resaltó el ex ministro.

González García sostuvo que es imperiosa la coalición del sector público y la industria privada para investigar y desarrollar insumos hospitalarios para que la próxima pandemia no encuentre a los países de la región desprovistos, como en marzo de 2020.

Así también, bregó que “Argentina y Brasil deben mejorar sus relaciones con un objetivo concreto y productivo para prevenir una próxima pandemia”.

Vicente Ortún, catedrático emérito del Departamento de Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona (UPF), coincidió que a partir de la experiencia que dejó la pandemia “ha consenso que los sistemas de salud deberán ser reforzados”.

“Necesitamos un Estado efectivo controlado por los ciudadanos y no nos sirve un estado tigre de papel”, afirmó el expresidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) y de la Asociación de Economía de la Salud (AES).

En España durante la pandemia se instauró el “Estado de Alarma” que para Ortún fue un éxito ya que permitió flexibilizar los sistemas de salud, modificar presupuestos y acceder a compras directas de insumos.

“En España la atención sanitaria ha sido posible por Estado de Alarma. Lástima que ya no lo tenemos”, remarcó el catedrático español.

Ortún afirmó que las vacunas han sido “un éxito científico” por su desarrollo en pocos meses, pero “una catástrofe moral por la desigualdad en las campañas de vacunación”.

Así también, cuestionó que una vacuna que tiene un costo de producción de cuatro dólares “genere un beneficio de cien mil”.

Delegado de la UPF en las tres Escuelas de TecnoCampus (Empresa, Ingeniería y Salud), Ortún comparó que los países asiáticos tuvieron una reacción más efectiva ante la pandemia porque habían atravesado por epidemias previas.

En cambio, “nuestra reacción ha sido peor que la mayoría de los países asiáticos” y comparó que España e Italia tuvieron 80 por ciento de exceso mortalidad por COVID a diferencia de otros países como Alemania y Francia que tuvieron más muertes por COVID que exceso de mortalidad. Incluso en algunos países de Africa el exceso de mortalidad por COVID fue apenas del uno por ciento,   comparó.

¿Pero qué pasaba con otras enfermedades mientras mirábamos la COVID?, se preguntó Ortún. En tal sentido mencionó que en España los diagnósticos por cáncer de próstata fueron la mitad del año anterior, de cáncer de mama el 23 por ciento inferior y de cáncer de pulmón descendieron 7 por ciento.

“El impacto de los recortes en la asistencia por no atender a los oncológicos se está por ver, aunque también tiene algo positivo porque algunos países tenían gastos excesivos” en tratamientos oncológicos, señaló.

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