LUCHAR CONTRA LA OBESIDAD PARA CUIDAR EL CORAZÓN: ¿UNA “CAUSA PERDIDA”?

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El 61,6% de los argentinos tiene exceso de peso. En los últimos 15 años la población con obesidad aumentó dos tercios, hoy afecta al 25% de los argentinos y el sobrepeso casi al 40% 1, con graves consecuencias para la salud cardiovascular. Pero surge la duda: ¿hay que combatirla más agresivamente o atender más a otros factores de riesgo? Un nuevo enfoque sugiere que es la respuesta natural del organismo a la “dieta industrial”: ¿Sigue siendo válida la estrategia de exigirle “moderación” al paciente? ¿Qué otros caminos hay? La Federación Argentina de Cardiología promueve este necesario debate.

No existe ninguna duda sobre la asociación estadística entre la obesidad y la enfermedad cardiovascular y sus factores de riesgo. En línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la mayoría de las sociedades médicas, “la Federación Argentina de Cardiología (FAC) promueve de manera activa desde hace años la concientización acerca de la necesidad de un cambio de hábitos en toda la sociedad, desde la familia hasta las industrias y las instituciones del Estado, a fin de que desde la niñez y la adolescencia cada chico pueda tener el derecho a una alimentación saludable, ya que es esa la única manera de evitar la aparición de los factores de riesgo cardiovascular crónicos en la adultez, cuando en general ya es demasiado tarde”, afirma el Dr. Jorge Camilletti (Mat. N° 110356), presidente de la FAC.

Si bien siempre hay una influencia de factores genéticos, el sobrepeso, la obesidad, la presión arterial elevada, la diabetes tipo 2 y el exceso de triglicéridos y colesterol en general son producto de años de una alimentación con exceso de grasas saturadas e hidratos de carbono simples refinados (harinas) y muy pocas frutas y verduras, un tipo de dieta que hoy por hoy constituye un factor común de toda la humanidad. Y esta forma de comer, sumada a la falta de ejercicio físico, se ha transformado en el “enemigo público número uno” de la salud cardiovascular que, hasta el momento, va ganando la partida por goleada: los infartos y ACV se han convertido en pocas décadas y por lejos la primera causa de muerte prematura y discapacidad. Y el crecimiento global de la obesidad es la medida de este problema, pero ¿es el problema?

Más recientemente y sobre la base de evidencias científicas, los médicos especialistas también se ponen cada vez más de acuerdo en que sería un grave error seguir “culpabilizando” al paciente con sobrepeso por el estado de su salud, como si el galopante crecimiento epidemiológico de la obesidad en todas las sociedades industrializadas obedeciera en realidad a una “pandemia de falta de voluntad” de la gente por bajar de peso. “La obesidad es una enfermedad crónica en franco ascenso y en la Argentina ya afecta a una de cada cuatro personas, cuando en 2005 sólo un 15% de la población era obesa –señala el Dr. Gustavo Alcalá, médico cardiólogo (M.P. 2163 – Prov. de San Juan) Secretario Regional de Prensa y Difusión de FAC –. Pero la estigmatización no produce reducción de peso: se deben tener en cuenta las condiciones de vida de las personas en lugar de hacer foco en el ‘estilo de vida’, como si todos pudiesen elegir comida gourmet y jugar golf por las tardes”.

El principal condicionante de la salud sería, desde este punto de vista, el entorno socioeconómico de las personas, y es innegable que las posibilidades de elegir están afectadas por el poder adquisitivo y por la accesibilidad de los alimentos, entre muchos otros factores. Sin embargo la epidemia global de obesidad crece incluso en países y en entornos con mayor ingreso por habitante, y esto, sumado a la investigación biomédica más reciente, ha dado como resultado nuevos enfoques médicos que incluso se replantean qué es la obesidad: “Acumular grasa es un mecanismo adaptativo con el que el organismo en realidad se defiende de un entorno como el que actualmente se ha creado a raíz de la dieta industrial, de la comida ultraprocesada que nos impulsa a comer más y más y que ha logrado quebrar los circuitos regulatorios naturales del ciclo del hambre y la saciedad”, explica el Dr. Esteban Larronde, médico especialista en Cardiología (N.P. 3329 – Prov. de Neuquén) Secretario Regional de Prensa y Difusión de FAC.

Las estrategias para el control de peso basadas en la “moderación” y en ingerir “la porción justa” siguen siendo las más habituales, sin embargo, “porque son funcionales a las estrategias comerciales de muchas empresas muy poderosas e influyentes del mercado alimenticio, que no solamente viven estimulando el consumo a través de la publicidad y la oferta permanente en todas partes, sino que además influyen, en muchos casos, en la comunidad médica a través de especialistas de referencia y del financiamiento de estudios científicos”, sostiene este especialista.

¿Frenar la obesidad?

Según el Dr. Larronde, además de las razones teóricas para el cambio de enfoque hay motivos de orden práctico, y uno de los principales es que estudios hechos en Europa muestran poca eficacia en las estrategias centradas en bajar de peso: “Lo que se ha visto siguiendo las historias clínicas electrónicas de miles de pacientes es que solamente uno de cada 200 personas obesas logran alcanzar un peso normal con un tratamiento, y si hablamos de personas con obesidad mórbida, apenas uno de cada 500”, aseguró, en referencia principalmente a un trabajo dirigido por la británica Alison Flides, donde se analizaron datos de más de 176.000 pacientes obesos de la base oficial de datos para Investigación en Práctica Clínica del Reino Unido entre 2004 y 2014.

Sobre el papel de la acumulación de grasa como “mecanismo de adaptación” natural del organismo, se sabe por ejemplo que, en países como China, donde hay menos obesidad y a pesar de su genética no propensa a formar tejido adiposo, desde que entró la industrialización en lo que es alimentación, la gente muere antes por problemas cardíacos y ACV: “Esto muestra claramente que la obesidad es un síntoma del trastorno que la dieta industrializada produce en el organismo, y que el verdadero problema es ese síndrome metabólico, porque es lo que destruye la salud cardiovascular, aunque no se manifieste como obesidad”, explica el Dr. Larronde. Descubierto en la década de 1980, el concepto de “síndrome metabólico” fue cobrando cada vez más importancia en la medicina cardiovascular: agrupa al conjunto de los factores de riesgo crónicos –obesidad abdominal, alteración de los lípidos, colesterol LDL alto, resistencia a la insulina, descontrol de la presión arterial y de los niveles de azúcar en la sangre– que actúan de manera conjunta e interrelacionada incrementando el riesgo de infarto, ACV, enfermedad renal y otras patologías, además de deteriorar la calidad de vida y acortarla.

Para el Dr. Alcalá, en cambio, “la obesidad es una causa de infarto no tratada”, y el problema es que la lucha contra la obesidad no ha sido aún lo suficientemente agresiva: “No hay muchos datos de lo que pasa en nuestro país, pero en Estados Unidos sólo el 2 por ciento de los pacientes con indicación de fármacos específicos para la obesidad lo reciben, y suponemos que en Argentina la situación no debe ser muy diferente, cuando si nos fijamos, por ejemplo, en el caso de la diabetes, al 86 por ciento de los pacientes se les indica medicación específica”, enfatizó el especialista, aunque admitió que, a diferencia de otras enfermedades y factores de riesgo crónicos, como el colesterol o la diabetes, “hay menos fármacos realmente eficientes para tratar la obesidad”.

Una nueva generación de medicamentos, ya disponibles en Europa –por ahora, señala Alcalá, “con costos prohibitivos”– actúan sobre el mecanismo de saciedad a nivel del sistema nervioso central por vía oral, con un principio de acción similar al de otros que ya están disponibles en Argentina, y que son por vía inyectable: “Esos nuevos tratamientos se presentan como una promesa a futuro cuando en realidad no usamos los tratamientos que tenemos, especialmente con las personas que ya tienen un daño cardiovascular y no tienen ya tiempo para probar con dietas y con actividad física”, sostiene: “Los pacientes que han sufrido infarto de miocardio, ACV o han pasado por un procedimiento coronario, pueden beneficiarse con la cirugía bariátrica si su índice de masa corporal supera 35”.

“Pero dado que son las condiciones de vida las que llevan a la persona a la obesidad –aclara sin embargo el Dr. Alcalá–, es obvio que los tratamientos no pueden venir únicamente por el lado de los fármacos y del bisturí”.

Un entorno alterado

“La obesidad contribuye a múltiples complicaciones vasculares, deteriora la calidad de vida y la acorta”, sintetiza el Dr. Alcalá, pero hace hincapié en el hecho de que “hay dos tipos de obesos: los que tienen tiempo y los que ya no”. Para el especialista sanjuanino, si se piensa que la obesidad es causa de diabetes e hipertensión y los tratamientos de estas dos últimas afecciones son mucho más populares, entonces “estamos emparchando las consecuencias en lugar de ocuparnos de la causa”. Pero los tratamientos farmacológicos disponibles son pocos, y por lo tanto las estrategias para mejorar la alimentación y realizar ejercicio físico se colocan, una vez más, en el centro del escenario de la prevención de las enfermedades cardiovasculares. Especialmente cuando se trata de los chicos y los jóvenes, antes de que comiencen la carrera letal de la acumulación de factores de riesgo.

“En Argentina la obesidad se va acercando al 30 por ciento de la población, y el sobrepeso, al 40 –señala por su parte el Dr. Larronde–: es evidente que la que está ‘enferma’ de obesidad es la sociedad”. Para el especialista neuquino, creer que este problema se soluciona enseñándole a la población –especialmente cuando ya ha entrado en el círculo del aumento de peso– a consumir alimentos ultraprocesados “con moderación” es, como mínimo, una peligrosa ilusión: “La proliferación de la dieta industrial ha logrado cambiar el punto en que el organismo encuentra sus estados de equilibrio. Se nos dice que somos obesos porque comemos mucho y nos movemos poco, pero lo cierto es que la gente no es ‘dueña’ de ‘comer menos y moverse más’, y que para el cuidado de la salud cardiovascular es necesario cambiar los alimentos que consumimos, y ese cambio es difícil, lleva mucho tiempo e incluye al entorno social”.

Para el Dr. Alcalá, “no es correcto poner énfasis únicamente en la voluntad individual y su falla, sino que a nivel gubernamental y de la sociedad en general es necesario trabajar para que las opciones saludables sean las más accesibles y fáciles de seguir”.

Es por ello que, como sostiene la Dra. Analía Molteni, Secretaria de Prensa y Difusión de la FAC, “A través de una serie de permanentes campañas públicas y de la generación de espacios de discusión de estos temas entre los profesionales, la Federación Argentina de Cardiología promueve tanto la difusión de los peligros que los factores de riesgo cardiovascular representan para la salud pública como el acercamiento de estos debates a los ámbitos de decisión de la sociedad para la elaboración de políticas públicas tendientes a que la población tenga acceso a una alimentación más saludable y equilibrada, con mayor aporte de fritas y verduras y menos grasas saturadas e hidratos de carbono refinados (harinas y comida chatarra)”. La única manera de cuidar la salud de los argentinos es lograr que, desde el entorno familiar y escolar, los niños y jóvenes puedan acceder a una alimentación más saludable y adquirir el hábito fundamental de la actividad física, a fin de gozar del derecho de llegar a la vida adulta sin que la sociedad les imponga la carga de los factores de riesgo ya instalados, atentando silenciosamente contra su salud y contra su calidad y esperanza de vida.

La Federación Argentina de Cardiología es una Institución científica que tiene más de cincuenta años. Está presidida actualmente por el Dr. Jorge Camilletti. La FAC Está compuesta por 38 Sociedades y delegaciones y 22 Comités Científicos de Subespecialidades y 11 Secretarías. Es miembro pleno de la World Heart Federation y el año pasado formalizó el acuerdo del convenio con la iniciativa GO RED; mujeres en rojo.  Realiza además campañas de concientización hacia la comunidad, este año se dedicará a los niños, las mujeres y la familia y la habitual Cien Mil Corazones para un cambio saludable. www.fac.org.ar

1 Según datos de la 4° encuesta Nacional de factores de riesgo 2019
http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001444cnt-2019-04_4ta-encuesta-nacional-factores-riesgo.pdf