Recomendaciones para cuidar el corazón de los niños y adolescentes

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Durante el 42° Congreso Argentino de Cardiología representantes de la Sociedad Argentina de Cardiología y de la Sociedad Argentina de Pediatría presentaron la versión preliminar del ‘Consenso de Prevención Cardiovascular en Infancia y Adolescencia’, un trabajo conjunto que incluye una serie de recomendaciones para la prevención, detección y tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular en edad temprana.

Mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y compartida con la incorporación de alimentos por lo menos hasta el año de vida, promover el consumo de grasas poliinsaturadas (pescados, verduras de hoja verde, nueces), evitar el de grasas trans (alimentos procesados, margarinas, galletitas, snacks, hamburguesas, pizza, empanadas), estimular la ingesta de agua como bebida principal, limitar la de azúcares y de bebidas azucaradas, reducir la ingesta de sal, realizar actividad física de acuerdo a la edad, estar atento a los antecedentes familiares, controlar la presión arterial, los lípidos y el desarrollo de síndrome metabólico y diabetes, y trabajar desde la infancia en la prevención de adicciones como el tabaquismo y la drogadicción, son algunas de sus principales recomendaciones.

El documento, actualmente en elaboración y que se dará a conocer en forma completa recién en marzo de 2017, constituye una guía dirigida tanto a la familia como a la comunidad médica, con el objetivo de promover conductas saludables que permitan prevenir y combatir aquellos factores de riesgo que desde la infancia contribuyen al desarrollo de la enfermedad cardiovascular, una afección que representa la primera causa de mortalidad en nuestro país con elevadas tasas de discapacidad y con elevado impacto en la calidad de vida de quienes la padecen y de todo su entorno familiar.

“Buscamos que el niño crezca y se desarrolle en el seno de una familia que comparte e imparte hábitos y costumbres que contribuirán a disminuir el perfil de su riesgo cardiovascular futuro, y paralelamente en la medida en que identifiquemos la presencia de algún factor de riesgo en edad pediátrica, en la mayoría de los casos, contamos con medidas seguras y efectivas para manejarlos”, expresó Claudia Cook, médica pediatra, Directora del Consenso en representación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

“Además de educar desde las etapas más tempranas de la vida, el objetivo de este documento es también identificar aquellas familias que por tener antecedentes de enfermedad cardiovascular, presentan mayor riesgo de que la padezcan sus hijos a futuro, tanto por el componente genético como por el estilo de vida al que pueden estar expuestos”, consignó Amalia Elizari, médica cardióloga, Directora del Consenso en representación de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). “Sobre estos niños debemos ser mucho más enérgicos en la prevención de los factores de riesgo que en la población general”, completó la especialista.

En opinión de Daniel Berrocal, presidente de la SAC, “el objetivo de trabajar juntas ambas sociedades es el de promover un documento abarcativo que nos permita transmitir los mismos mensajes por el médico de adulto y por el pediatra, favoreciendo así un abordaje integral para el niño, la familia y la comunidad”. Y destacó la importancia de una buena nutrición, ya que la alimentación constituye un factor determinante pero ‘modificable’ de las enfermedades cardiovasculares.
“Debemos tener en cuenta que la detección de un determinado factor de riesgo en un adulto, e inclusive en un niño, amerita la consideración de la presencia de dicho factor en el resto de los miembros de su familia”, alertó Miguel A. González, presidente del Comité Científico del 42º Congreso Argentino de Cardiología.

El Consenso involucra la participación de referentes tanto de la cardiología como de la pediatría, de áreas como nutrición, actividad física, obesidad, hipertensión arterial, trastornos de los lípidos (dislipidemia), síndrome metabólico y diabetes tipo 2, con apartados y recomendaciones específicas para cada uno de estos campos.

En el apéndice sobre Nutrición, se destacan que una buena nutrición representa el instrumento más efectivo para adoptar dietas que incluyan todos los nutrientes adecuados para reducir el riesgo cardiovascular; mientras que en el de actividad física, afirman que está asociada con una disminución de la presión arterial (tanto sistólica como diastólica), reducción de la grasa corporal, de la resistencia a la insulina, de los niveles de colesterol total, colesterol malo y triglicéridos y con un aumento del colesterol HDL (bueno). El documento insta a que se promueva la realización de actividad física en las escuelas. ‘Los patrones establecidos en la infancia se mantienen en la edad adulta’, refiere.

Con respecto al sobrepeso y la obesidad, se promueve la medición del ‘Índice de Masa Corporal’ (peso sobre altura al cuadrado), como un parámetro que ha demostrado ser un buen predictor de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) a mayor edad. El perímetro de cintura se correlaciona con obesidad central, y su medición complementa la evaluación.
En aquellos casos con diagnóstico de obesidad, el Consenso propone evaluar la posible presencia de comorbilidades como hipertensión arterial, alteraciones de la glucemia/insulina y dislipidemia.

El capítulo sobre hipertensión arterial refiere que niveles elevados en etapas tempranas, sumados a la historia familiar de hipertensión, son los predictores más importantes de hipertensión en la edad adulta, factor que sigue siendo la causa más frecuente de morbimortalidad tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. Se recomienda tomar la presión al menos una vez al año a todos los niños a partir de los 3 años de edad.

También se desarrolla el abordaje de niños y jóvenes con síndrome metabólico y su relación con el desarrollo de diabetes tipo 2, ambas representan patologías que han registrado un incremento en su prevalencia en los últimos años muy ligado al aumento de la obesidad en la infancia y la adolescencia. Mientras que en la sección sobre los trastornos en los lípidos (dislipidemias), se describe como indicación general la realización de estudios de dosaje de lípidos entre los 6 y 11 años -a partir del ingreso escolar y antes de la pubertad- y entre los 18 y 21 años, con excepción de aquellos casos en lo que se presente algún otro factor de riesgo, comorbilidades o antecedentes de enfermedad cardiovascular o de dislipidemia, en los cuales se aconseja la pesquisa a partir de los 2 años de edad.

Según datos de la última Encuesta Nacional sobre Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación del año 2013[1], el 25,1% de los mayores de 18 años fuma, el 57,9% presenta sobrepeso u obesidad, 1 de cada 2 personas (55,1%) no hace actividad física, el 17,3% agrega siempre sal a las comidas después de la cocción, se consumen en promedio solo 1,9 porciones de frutas o verduras por persona por día, y uno de cada 10 (9,8%) presenta diabetes o glucemia elevada. Estos valores coinciden con las estadísticas de defunciones: el 30,5% de los fallecimientos por causa bien definida corresponde a la enfermedad cardiovascular[2].

En la realización de este consenso participó un grupo numeroso de destacados especialistas de ambas sociedades, entre los cuales tuvieron a su cargo la coordinación general los Dres. Amalia Alizari, Claudia Cook, Elsa Galindo, Gustavo Giunta, María Guinot, Melina Huerin y Liliana Trifone.

Los genes y el entorno
Fundamentan la elaboración del documento algunos enunciados validados científicamente en los últimos años que dan cuenta de la importancia de la prevención y el tratamiento de los factores de riesgo desde la infancia. Entre otros, en el trabajo si citan los siguientes:

• En niños y adolescentes con antecedentes familiares de enfermedad coronaria prematura, se ha encontrado una alteración del perfil lipídico en comparación con los que no los tenían.
• La hipercolesterolemia familiar constituye uno de los factores hereditarios de mayor riesgo cardiovascular.
• Se reconoce interacción entre factores genéticos y del entorno (epigenéticos) que influencian en el desarrollo de obesidad.
• Existen genotipos específicos asociados al desarrollo de obesidad temprana o a un mayor riesgo de padecerla.
• Los niños de familias hipertensas tienden a presentar valores de presión arterial mayores que los niños de familias normotensas.
• Es importante tener en cuenta en la historia clínica del paciente los antecedentes familiares ‘positivos’, que permitan detectar un perfil de riesgo aumentado para enfermedad cardiovascular en los familiares de 1er grado. Se establece como antecedente familiar positivo cuando el papá presentó enfermedad cardiovascular (coronaria, cerebrovascular o vascular periférica) antes de los 55 años o la mamá antes de los 65, muerte por causa cerebrovascular y/o presencia de factores de riesgo cardiovascular como hipertensión, dislipidemia, obesidad y diabetes.
• Se recomienda ampliar el interrogatorio a familiares de 2do grado.

Principales recomendaciones generales del Consenso
A continuación se listan las principales recomendaciones incorporadas en el documento:

• Lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y compartida con la incorporación de alimentos por lo menos hasta el año de vida.
• Promover el consumo de grasas poliinsaturadas (alimentos ricos en ácidos Omega 3 y Omega 6, como pescados, verduras de hojas verdes, aceites vegetales).
• Restringir el de grasas trans (alimentos procesados, galletitas, margarinas, snacks, y otros).
• Estimular la ingesta de agua como bebida principal.
• Limitar la de azúcares y de bebidas azucaradas.
• Cocinar sin sal, reducir el agregado de sal en las comidas y evitar el salero en la mesa.
• Promover la realización de actividad física.
• Evitar el sedentarismo (aplicado a cada una de las edades desde la pediatría).
• Restringir el uso de pantallas digitales a no más de 2 hs por día, priorizando el contenido de calidad
• Trabajar desde la edad temprana en la prevención de adicciones como el tabaquismo y la drogadicción.

Recomendaciones específicas para el profesional médico
El Consenso contempla este resumen de consejos para el médico en su práctica clínica diaria:
• Actualizar periódicamente los datos de la historia clínica familiar del paciente pediátrico o adolescente.
• Educar en relación a la importancia de contar con una historia familiar precisa y completa, que facilite la identificación de factores genéticos específicos relacionados con el desarrollo de aterosclerosis.
• Si se identifica enfermedad cardiovascular y/o presencia de factores de riesgo, estudiar dichos factores en padres y hermanos del paciente.


[1] http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000000544cnt-2015_09_04_encuesta_nacional_factores_riesgo.pdf
[2] http://deis.msal.gov.ar/wp-content/…/2016/01/Serie5Nro58.pdf