CON UN SISTEMA DE SALUD ATADO CON ALAMBRES, A LOS PRESTADORES LOS UNE EL ESPANTO Y PIDEN CAMBIOS PROFUNDOS POS-PANDEMIA
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Algunos pronósticos durísimos, otros menos pavorosos, pero no menos sombríos, arrojó la Segunda Jornada sobre el Financiamiento del Sistema de Salud en Argentina para la Pos-pandemia, organizado por la Fundación Güemes. Pese a todo, quedó una puerta de emergencia entreabierta, siempre que se introduzcan cambios quirúrgicos urgentes para el estresado sistema de salud argentino.
Claudio Belocoppit, presidente de la Unión Argentina de Entidades de Salud y de Swiss Medical, afirmó durante su intervención que “hacemos magia con el sistema de salud (de Argentina) por las condiciones que afrontamos todos los días”.
“Afrontamos esta batalla con una cucharita y un tenedor y encima nos quieren comparar con Italia o Francia que tienen sistema de salud del primer mundo”, se quejó Belocoppit.
“Igualmente, afrontamos la pandemia de modo extraordinario y en realidad damos más salud con menos dinero”, reflexionó Belocoppit, abordando el interrogante que propuso la Segunda Jornada de debate: “¿Más salud por el mismo dinero?”.
“Tenemos todo atado con alambres y los políticos hacen propaganda barata”, afirmó el titular de Swiss Medical, quien propuso “nuestro mea culpa porque soportamos muchísimos años de ninguneo y la salud nunca estuvo en la agenda de los gobiernos sin diferencias partidarias”.
Belocopitt comparó que con una inflación de 60 por ciento desde enero de 2019, el sector perdió alrededor de 38 puntos de financiamiento.
“Me cuesta ser optimista a futuro con un escenario que cada vez está peor y que se va quedando sin fondos de manera constante”, enfatizó durante el zoom de la Fundación Güemes.
Además, recordó que a las empresas de medicina privada “nos dejaron afuera de los ATP al comienzo y tuvimos que ir a preguntarle al gobierno si estaban locos de remate y nos tuvieron que incluir”.
De paso, mencionó que PAMI “no actualiza sus valores paupérrimos desde diciembre de 2019”.
Argentina “tiene el 50 por ciento de la población bajo línea de pobreza, pero cuando aparece un tratamiento de un millón de dólares que incluso no está aprobado por la ANMAT, aparecen las cadenas de famosos y las campañas por las redes sociales pidiendo a las obras sociales, a las prepagas o al Estado ese medicamento”, graficó.
“La Industria farmacológica se caga de risas de nosotros, nos embocan siempre y eso se sabe en el mundo entero. No podemos pagar la deuda externa pero pagamos los tratamientos más caros del mundo”, denunció el elocuente presidente de Swiss Medical. Como ejemplo, mencionó que “con Spinraza nos chorrearon durante tres años”.
“El FMI podría pensar por nuestro sistema de salud que somos multimillonarios”, ironizó, aunque luego sin sarcasmos agregó que “los países desarrollados están pensando cómo financiar el sistema de salud de los próximos días años y nosotros no lo tenemos ni en la agenda”.
Federico Tobar, Asesor Regional en Medicamentos y Sistemas de Salud del Fondo de Población de ONU, propuso “abandonar el dogma del modelo de atención impregnado como si la salud fuese un bien de consumo y con un PMO sin evaluación de qué se incorpora”.
Tobar lamentó que predomine en Argentina un modelo de salud condicionado por la libre demanda “como si fuera un shopping”.
Sin embargo, hubo propuestas cuando fue funcionario de la anterior gestión de Gines González García en el Ministerio de Salud (2002-2007), que tampoco prosperaron.
Por ejemplo, la propuesta de un Seguro de Enfermedades Catastróficas en Argentina no avanzó pero que el presidente Tabaré Vázquez, se lo hizo adaptar para Uruguay en 2008.
Tampoco prosperó en Argentina el Plan Estratégico de Salud, que regulaba la incorporación de nuestros prestadores y que también incorporó Uruguay durante la sucesión de gobiernos del Frente Amplio.
Sin embargo, Tobar fue uno de los que habilitó una hendija a un cambio posible en Argentina, porque “a algunos de los sindicalistas que por entonces no les gustaron aquellos proyectos”, son los mismos que “ahora piden más Estado y un seguro para enfermedades catastróficas”.
Tobar, parafraseando a Jorge Luis Borges, afirmó que a los prestadores y actores del sistema “nos une el espanto, pero cuando estamos más unidos por el espanto estamos más cerca de hablar el mismo idioma”.
La conclusión de Tobar fue que “podemos llegar a consensos básicos sobre los recursos que en los próximos años tenemos que garantizar para todos”, aunque ese proceso requiere de “decisiones que no serán políticamente correctas pero necesarias para el sistema de salud a futuro”.
Gabriel Leberzstein, presidente del Instituto de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social y gerente médico de la obra social OSECAC, denunció que existe una disparidad de precios de hasta 200 por ciento en medicamentos de alto precio e insumos hospitalarios cuando cotizan a las obras sociales.
Entonces, propuso conformar una Agencia Federal de Medicamentos que negocie compras conjuntas para todas las obras sociales del país.
Gabriel Leberzstein vislumbró que se pueden conseguir “mejores resultados con el mismo dinero”, en respuesta a la propuesta de la convocatoria.
Sin embargo, advirtió que “el dinero que recaudan las obras sociales no alcanzaba antes y menos ahora con los vendedores de tecnología”.
“Necesitamos concentrarnos en lo que debemos atender y para eso hay que cambiar el sistema de atención”, propuso el panelista, que apuntó a generar “un único sistema de salud en todo el país” que incluya la trazabilidad de los datos médicos y la histórica clínica única e universal, entre otros cambios.
Así también, propuso que “los medicamentos monopólicos y los insumos hospitalarios escasos deben ser comprados y administrados por Ministerio de Salud de la Nación” al que le concedió el “comando” de la situación sanitaria del país, aunque opinó que debería ser un comando compartido con los prestadores y financiadores del sistema que brindan cobertura al 60 por ciento de la población.
“Integrar el sistema no será sencillo, pero se puede comenzar por los medicamentos de alto precio comprados por el Estado igualitariamente para todos los argentinos, porque ahora hay una carrera de enfermos”, por acceder a esos medicamentos y que suele terminar con amparos judiciales.
Leberzstein, precisamente, lamentó que “financiamos algunos tratamientos (de alto costo) y no financiamos a los enfermeros que viajaban en transportes públicos luego de atender a enfermos de COVID”.
Guillermo Lorenzo, vicepresidente de ADECRA, la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina, cuestionó que Argentina es el país “con más leyes por enfermedad lo que ha llevado a prácticas médicas no por patologías, sino por legislación”.
“Algo estábamos haciendo mal y parió la abuela, llegó el COVID”, ejemplificó con mordacidad el director general de IADT – Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento.
Lorenzo comparó que cuestionar la cuarentena en sus inicios en aquel ya lejano mes de marzo, “era un delito de lesa humanidad” pero ahora desde el seno de la OMS surgen cuestionamientos a las cuarentenas interminables de la que Argentina “somos los campeones del mundo después de siete meses”.
El vicepresidente de ADECRA resaltó que “el Ministerio de Salud nos acompaña como nunca”, pero “este pequeño veranito será un tema complicado a futuro”
En tal sentido, deslizó un principio de incertidumbre al preguntarse cuantos prestadores “quedarán de píe para atender la demanda” cuando el 31 de diciembre finalice el subsidio estatal de los ATP, los créditos a tasas subsidiadas y las excepciones a los derechos de importación concedidos durante la pandemia.
El otro escenario indica que el dólar oficial aumentó 52 por ciento, las paritarias el 53 por ciento y los aranceles el 33 por ciento, “o sea que venimos perdiendo el veinte por ciento”, reforzó Lorenzo.
Entonces, “¿Cómo será 2021?,¿Con más ATP y desgrabaciones impositivas? y ¿los aumentos de aranceles se podrán soportar?”, dejó para el debate.
Fernando Avellaneda, presidente de la confederación de obras sociales provinciales COSSPRA, retomó una de las críticas de Lorenzo a las cargas impositivas del sector y acordó que “salud no puede pagar más ingresos brutos que un comercio”.
“Nunca estuvimos tal mal como ahora”, aseguró Avellaneda, cuestionando que el actual sistema de salud “es el no sistema, porque no satisface las necesidades y solo es equitativo según el lugar donde se nace o las disponibilidades con que se cuenten”.
Avellaneda también cuestionó “la mirada portocéntrica del modelo sanitario argentino” y lamentó que “la mayoría de las obras sociales provinciales están por debajo del PMO”.
El titular de COSSPRA disparó otra grave denuncia: “los laboratorios ingresan los medicamentos de alto precio por las obras sociales provinciales porque tienen menos barreras”.
También lamentó que “los mecanismos de contralor de las obras sociales provinciales no permiten comprar de conjunto medicamentos de alto precio”.
“Necesitamos algún paraguas regulatorio a través de la SSS y para eso hay que convencer a gobernadores y legisladores en la búsqueda sistema sanitario integrado”, propuso.
También lamentó que “estuvimos en una lista para compras conjuntas (de medicamentos de alto precio) con el Ministerio de Salud de la Nación y PAMI, pero a último momento fuimos excluidos del listado”.
Interventor de IPS de Tucumán, Avellaneda afirmó que 152 mil jubilados tucumanos optan por esa obra social provincial “porque PAMI no tiene buena atención” en su provincia.
Avellaneda destacó que la resolución de la Secretaría de Comercio y la SSS que fija un precio máximo para Spinraza, “es una puerta que se abrió para la regulación de medicamentos de alto precio”.
Pero, al mismo tiempo. denunció que “los biosimilares en Argentina a veces tienen el mismo costo que el original, cuando deberíamos tener una baja en los precios que no tenemos”.
Por último, cuestionó al SAME como modelo de atención sanitaria porque “es un desperdicio de formación de profesionales subidos a una ambulancia”.