LA PANDEMIA CONFIRMÓ QUE EL FARMACÉUTICO TIENE UN PROTAGONISMO SUSTANCIAL EN EL ACCESO DE LA POBLACIÓN AL MEDICAMENTO, DESTACÓ FEFARA

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Cuando durante las primeras semanas de la pandemia, el aislamiento, el temor y el desconcierto se instalaban entre los argentinos, el farmacéutico de barrio estuvo presente para orientar a su comunidad con acciones y recomendaciones. No hubo farmacias cerradas cuando los vecinos necesitaron del profesional farmacéutico más cercano a su residencia.  Esa es una de las enseñanzas que dejan estos meses de tensiones para el sistema de salud, destacó FEFARA.

Entre las enseñanzas que dejó la pandemia a nivel mundial y no solo en la Argentina, es que el farmacéutico siempre está para la consulta inmediata y urgente, cuando fallan o se demoran las respuestas de otros actores del sistema de salud, a veces desbordados por las urgencias y en otras ocasiones con dificultades para articular.

Por ejemplo, ha pasado en la ciudad de Madrid donde en primera línea estuvo y está el farmacéutico comunitario, a quien le han conferido más responsabilidades en las últimas semanas, urgidas las autoridades por sofocar la segunda ola de contagio.

En un espejo que refracta similitudes con la situación en Argentina, el presidente de FEFARA, Damian C.  Sudano, sostiene que “valores que habitualmente sostenemos, no solo no se han diluido, sino que han tomado mayor significación como consecuencia del estado de pandemia”, en la última edición de la revista MEDICOS.

“Las especiales circunstancias pusieron de manifiesto una cuestión que no siempre se visualiza con claridad: el farmacéutico comunitario, además de los conocimientos técnicos – científicos, necesita poner en juego habilidades complementarias muy valiosas”, resaltó Sudano.

Y entre esas cualidades complementarias a su labor profesional, Sudano mencionó la capacidad de comunicación y la empatía que el farmacéutico cultivó y perfeccionó durante estos meses.

La capacidad o habilidad de comunicación ha sido fundamental para orientar y tranquilizar a los vecinos. Y la empatía se construye desde la perseverancia y la confianza de quien brinda un servicio comunitario.

“Por todo ello, considero que ya no pueden dilatarse las acciones que den por resultado la sanción legislativa que reconozca el carácter de servicio público impropio a la actividad de la farmacia comunitaria, lo cual no será otra cosa que otorgarle reconocimiento legal a una innegable realidad”, reclamó el titular de FEFARA desde su habitual columna en MEDICOS.

Al mismo tiempo, es evidente que “el nuevo escenario del mercado del medicamento nos pone en la necesidad de profundizar ciertas transformaciones que venimos llevando adelante y, a la vez, a replantearnos estrategias políticas y comerciales que garanticen nuestra posición y un crecimiento, a partir de una mayor presencia en los escenarios donde se toman las decisiones”, para consolidar el mejor acceso de la población al medicamento, entre otros objetivos que FEFARA enarbola desde hace tiempo.

LA COLUMNA COMPLETA ES LA SIGUIENTE:

UNA REVALORIZACION DE CONCEPTOS

Repasando lo ocurrido en estos largos meses en los cuales se ha trastocado todo lo que teníamos asumido como “la realidad”, podemos ver que algunos conceptos o valores que habitualmente sostenemos, no solo no se han diluido, sino que han tomado mayor significación como consecuencia del estado de pandemia que estamos viviendo

De ellas, quiero destacar aquí las siguientes:

  • El rol central que ocupa el farmacéutico, y la farmacia como servicio publico
  • La necesidad de trabajar asociativamente con los demás actores del sector, procurando un marco adecuado para el desarrollo de nuestra actividad; la utilización racional de recursos y una mejora en el acceso al medicamento para toda la población.

La Farmacia, un servicio público

Es valor entendido que, la Farmacia Comunitaria, generalmente es el primer lugar al que acceden los pacientes en procura de una solución terapéutica a sus dificultades. Este rol se vio reforzado en estos tiempos, en los que nuestros profesionales pudieron capitalizar esa posición para sumar a su tarea habitual una labor divulgativa, ofreciendo y reforzando mensajes en ámbitos como la higiene de manos, la prevención, el distanciamiento físico y demás recomendaciones en el mismo sentido.

Sumado a lo anterior, han debido establecer estrategias para evitar aglomeraciones en las farmacias; redoblar esfuerzos para mantener las farmacias abastecidas, para garantizar la prestación; diseñar estrictos protocolos de seguridad, en favor de pacientes y los propios integrantes de la farmacia; solo por citar ejemplos de su accionar.

Pero todo eso fue solo una parte de los servicios brindados por nuestros profesionales.

Las especiales circunstancias pusieron de manifiesto una cuestión que no siempre se visualiza con claridad: el farmacéutico comunitario, además de los conocimientos técnicos – científicos, necesita poner en juego habilidades complementarias muy valiosas.

De ellas, podríamos señalar:

• Habilidades de comunicación, para interactuar con sus colaboradores, pacientes, médicos prescriptores y con tantos actores más, con los que se relaciona a diario.

• Empatía, lo cual no es otra cosa que ponerse en los zapatos del otro. Por lo general, los farmacéuticos desempeñan múltiples funciones y lidian con actividades abrumadoras. Dentro de su rutina no pocas veces deben interactuar con pacientes enojados o frustrados, a los que deben comprender y ayudarlos a encontrar la calma. En síntesis, les resulta esencial tener mucha paciencia y alta tolerancia al estrés, para manejar estas relaciones.

Por esto y por otras cosas más, considero que la pandemia ha logrado revalorizar la función social del farmacéutico, haciendo evidente su importante función. A partir de ello, parece lógico procurar que la sociedad en general y las autoridades gubernamentales en particular, tomen conciencia que la farmacia es un servicio público indispensable y que, como tal, se debe regular su ejercicio en todo el territorio nacional, aplicando exclusivamente un criterio sanitario

Las razones que sostienen esta afirmación son claras y concretas, a saber:

• A través de ellas se permite al paciente el acceso democrático al medicamento, unánimemente considerado un bien social, en cada centro poblado del extenso territorio nacional;

• Prestan un servicio que beneficia a la sociedad en general, y no a una determinada clase o grupo, por importante que éste sea.

• La farmacia es el único establecimiento habilitado para la venta de medicamentos, drogas y especialidades farmacéuticas;

• Son un centro de atención primaria de la salud, en el cual siempre se encuentra un profesional idóneo en la materia al servicio de la población en su conjunto;

• Resultan ser un pilar fundamental para el uso racional del medicamento;

• Realizan tareas de fármaco vigilancia;

• Dan sustento material al control de trazabilidad del medicamento dispuesto por las autoridades sanitarias

Por todo ello, considero que ya no pueden dilatarse las acciones que den por resultado la sanción legislativa que reconozca el carácter de servicio público impropio a la actividad de la farmacia comunitaria, lo cual no será otra cosa que otorgarle reconocimiento legal a una innegable realidad.

El rumbo institucional

El nuevo escenario del mercado del medicamento nos pone en la necesidad de profundizar ciertas transformaciones que venimos llevando adelante y, a la vez, a replantearnos estrategias políticas y comerciales que garanticen nuestra posición y un crecimiento, a partir de una mayor presencia en los escenarios donde se toman las decisiones.

La idea central es diseñar y trabajar en distintas acciones políticas, operativas y comerciales entendiendo que, quien actúe sin agregar valor a la prestación farmacéutica, no podrá garantizar la subsistencia económica de la institución y ni de sus representados.

Consideramos que lo hecho hasta aquí nos permite proyectarnos como una institución con potencial competitivo y estar a la vanguardia en materia de tecnología aplicada a la salud.

Es nuestro objetivo estratégico principal, continuar trabajando de manera asociativa, en procura de:

• Mejorar el acceso al medicamento a toda la población

• Colaborar con los financiadores para una mejor utilización de recursos cada vez más escasos

• Procurar por todos los medios el debido reconocimiento a la tarea desarrollada por las farmacias

• Aportar a la sustentabilidad de nuestra red de farmacias, poniendo a su disposición la mayor cantidad de oportunidades de trabajo

• Acompañar al Estado en todas las acciones que tiendan al logro de estos objetivos

• En síntesis, trabajar de manera proactiva aportando a la construcción diaria de la realidad del sector

En eso estamos y allí seguiremos, porque aún hay mucho por hacer.

 

Damian C. Sudano
Presidente FEFARA