A LOS ADULTOS SE LE PRESCRIBEN MEDICAMENTOS INAPROPIADOS, DESDE ARGENTINA A ESTADOS UNIDOS
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La prescripción excesiva y de medicamentos inapropiados para adultos parece un fenómeno mundial, pues a las recientes advertencias de PAMI sobre el consumo abusivo de algunos fármacos entre sus afiliados, se conoció un estudio en Estados Unidos que aporta conclusiones similares.
El estudio publicado en el Journal of the American Geriatrics Society, indica que investigadores de la Universidad de Buffalo detectaron que al 34 por ciento de más de doscientos millones de adultos mayores estadounidense se les recetó al menos un medicamento potencialmente inapropiado (PIM).
Entre la muestra completa de pacientes, el 57% de las personas estaban tomando cinco o más medicamentos y al 43% se les recetaron menos de cinco. En el grupo que recibió al menos un PIM, el 82% tomaba cinco o más medicamentos y el 18% tomaba menos de cinco.
El estudio abarcó a 218 millones de adultos mayores incluidos en la Encuesta del Panel de Gastos Médicos (MEPS) 2011-2015, y los investigadores utilizaron los Criterios de Beers de 2019 para identificar medicamentos que eran inapropiados para los adultos mayores.
Los Criterios de Beers incluyen 41 fármacos o familias de fármacos que se consideran inadecuados para administrar en personas mayores de 65 años en cualquier circunstancia, y 7 que se consideran inadecuados en determinadas circunstancias o dosis. El doctor Mark Howard Beers (1954 - 2009) geriatra estadounidense, creó por primera vez los criterios de Beers en 1991.
Los adultos mayores a los que se les recetó un PIM también gastaron más que aquellos sin PIM en medicamentos recetados (128 dólares más) y gastaron más en costos totales de atención médica (458 dólares más), incluso controlando las condiciones crónicas y otros factores del paciente.
Algunos de los medicamentos potencialmente inapropiados más comúnmente recetados que encontraron fueron benzodiazepinas, hipnóticos sedantes, relajantes del músculo esquelético y antihistamínicos de primera generación (sedantes).
Los adultos mayores que tomaban cinco o más medicamentos tenían muchas más probabilidades de que se les hubiera recetado un PIM.
Los autores observaron varios otros rasgos asociados con los PIM. Las mujeres, los blancos, las personas con niveles de educación más bajos, las personas con ingresos más bajos, las personas con seguro médico público (además de Medicare), las personas del Medio Oeste y el Sur, y las personas con peor salud mental, tenían un mayor riesgo de PIM.
Las condiciones de salud crónicas como las enfermedades cardíacas, la diabetes y la hipertensión también se asociaron con un mayor riesgo de PIM.
"Ciertamente, hay otros factores que influyen en la probabilidad de que se prescriba un PIM a los pacientes, en particular el acceso del paciente a la atención", explicó Collin M. Clark, profesor asistente clínico en la Facultad de Farmacia y Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de Buffalo, y uno de los autores del estudio.
¿Tienen los pacientes cobertura de seguro de medicamentos recetados? ¿Tienen un proveedor habitual que sea responsable de su atención? ¿Ven a un geriatra, un proveedor de atención primaria o algún otro especialista médico? .Estas son áreas que creo que necesitan más investigación”, se preguntó.
En el estudio, los PIM se asociaron con una mayor utilización de la atención médica (potencialmente debido a eventos adversos de los medicamentos) y mayores costos de atención.
Los autores encontraron que los adultos mayores a los que se les prescribió un PIM tenían más probabilidades de ir a la sala de emergencias (26% más de probabilidad) o de ser hospitalizados (17% más de probabilidades) en comparación con aquellos a quienes no se les recetó un PIM, ajustando por otras características del paciente.
El estudio detectó que entre 2011 a 2015, la tasa de PIM para adultos mayores disminuyó levemente. En 2011, al 35,3% de las personas se les recetó un PIM, mientras que en 2015 al 32,5% se les recetó un PIM.
Las prescripciones de ciertos medicamentos potencialmente dañinos, incluidos antidepresivos, relajantes musculares, digoxina e hipnóticos no Benzodiazepina, también disminuyeron durante este tiempo.
Sin embargo, los investigadores notaron que las prescripciones de algunos medicamentos dañinos comúnmente destinados a la prescripción en adultos mayores (como medicamentos anticolinérgicos, benzodiazepinas e inhibidores de la bomba de protones) no disminuyeron durante este período de tiempo. “Muchas de estas clases de medicamentos requieren más esfuerzo por parte de los médicos y los pacientes para desprescribir en la práctica”, explicó Clark.
En Argentina se han detectado también consumos excesivos entre los adultos mayores y PAMI firmó reciente un convenio con CONICET para avanzar en un programa de uso racional del medicamento.
El 20 por ciento de las prescripciones a los afiliados a PAMI son “prescripciones inapropiadas”, explicó Ginette Soulas, farmacéutica asesora de la obra social de los jubilados durante un reciente zoom del centro de profesionales farmacéuticos CEPROFAR.
El PAMI gastaba hasta el mes pasado 7.800 millones pesos mensuales en medicamentos y aunque mejoró “la accesibilidad” para los jubilados, al mismo tiempo “preocupa la posibilidad de sobremedicación”, señaló Soulas, farmacéutica por la UBA y diplomada en Economía Política de Salud de la Universidad Nacional de J.C Paz (UNPAZ).
Soulas mencionó como ejemplos de sobremedicación que en septiembre se prescribió 50 por ciento más de omeprazol que durante igual mes del año pasado.
También creció sugestivamente la demanda entre los afiliados de PAMI de ivermectina, el antiparasitario que demostró eficacia en los tratamientos COVID.
“No sabemos aún si nuestros afiliados compran ivermectina para tener en stock o por prescripciones médicas inadecuadas”, reflexionó Soulas, durante el zoom de CEPROFAR.
“Hay aberraciones en nuestro vademécum alentadas por la industria, que queremos ir retirando”, subrayó la expositora.
Entonces, PAMI se propone impulsar “el uso racional del medicamento a futuro” mediante un programa que incluirá dos ejes.
El primero será la implementación de topes terapéuticos. El segundo “limpiar” el vademécum de asociaciones de drogas sin efecto terapéutico o, incluso, de efectos nocivos colaterales.
Por ejemplo, entre “las asociaciones irracionales” mencionó amoxicilina con diclofenac y hemoxican con Glucosamina, de la cual PAMI ya comprobó que “el consumo de hemoxican era innecesario”.