VACUNAS COVID: DESARROLLO CON FONDOS PÚBLICOS Y GANANCIAS ASEGURADAS CON LAS PATENTES
-
Visto: 1650
Al menos diez vacunas COVID contaron con aportes de fondos públicos en su etapa inicial de investigación, pero no hay indicios de que las multinacionales dueñas de esas vacunas estén dispuestas a compartir los derechos de propiedad intelectual.
Michael Roberts, economista británico detalló que “el gobierno de los Estados Unidos ha invertido 10,5 mil millones de dólares adicionales en varias compañías de vacunas” desde el comienzo de la pandemia.
“La vacuna de Moderna surgió directamente de una asociación entre Moderna y el laboratorio de los NIH (Institutos Nacionales de Salud)”, remarcó Roberts.
“Esta es una vacuna del pueblo”, mencionó Peter Maybarduk, director del programa de Acceso a los Medicamentos de Public Citizen, sobre la vacuna de Moderna, porque fue financiada con fondos federales. Pero no es la única.
“Los científicos federales ayudaron a inventarlas (a las vacunas) y los contribuyentes están financiando su desarrollo... Debería pertenecer a la humanidad", pidió el director de la OnG estadounidense.
El gobierno de Estados Unidos y dos agencias en particular, el NIH y la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado (BARDA), han invertido sumas millonarias en el desarrollo de la vacuna de Moderna.
BARDA es una rama del Departamento de Salud y Servicios Humanos que se formó en 2006 en respuesta al SARS-CoV-1 (y otras amenazas de epidemias) y proporciona la inversión directa en tecnologías a las empresas, pero también participa en asociaciones público-privadas (APP) y coordina agencias.
Una parte específica de la misión de BARDA es desarrollar las tecnologías a través del "valle de la muerte", metáfora referida al tramo que se debe recorrer entre su creación y la comercialización, explicó Michael Roberts en el sitio Sinpemiso.com.
El laboratorio francés Sanofi recibió 30 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses para la investigación de una vacuna COVID, mediante un acuerdo celebrado en abril entre el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) y Protein Sciences Corporation, una subsidiaria de Sanofi en Estados Unidos, publicó la OnG KEI.
El gobierno estadounidense en julio pasado anunció un aporte a Sanofi y GlaxoSmithKline de 2.100 millones de dólares a cuenta de 100 millones de dosis de una futura vacuna.
"Estos fondos servirán para ayudar a financiar el desarrollo de actividades, garantizar la dimensión de la producción de Sanofi y GSK y sus capacidades de producción en Estados Unidos (...) a través de un aumento significativo de su capacidad", justificó el gobierno estadounidense.
El gobierno alemán también invirtió fondos en la empresa biotecnológica BioNTech por una suma de 375 millones de euros para desarrollar la vacuna, que luego se multiplicó a escala mundial en asociación con Pfizer.
La canciller Angela Merkel también aprobó otros 252 millones de euros para apoyar el desarrollo de la vacuna de CureVac.
Alemania también aumentó su contribución a la Coalición para las Innovaciones en la Preparación de Epidemias (CEPI) en 140 millones de euros y planea aportar 90 millones de euros adicionales el próximo año.
CEPI se lanzó en Davos, Suiza, en 2017 como una asociación global innovadora entre organizaciones públicas, privadas, filantrópicas y de la sociedad civil para desarrollar vacunas para contrarrestar las epidemias, y en ese momento Alemania prometió 10 millones de euros anuales durante un período de cuatro años para apoyar la iniciativa.
CureVac es uno de los nueve institutos y empresas comisionados por CEPI para investigar una vacuna para COVID-19. Uno de sus accionistas es el banco estatal Kreditanstalt für Wiederaufbau (KFW), conocido también como Banco de Desarrollo de Alemania.
Michael Roberts escribió que “antes de que la pandemia de COVID-19 se extendiera por el mundo, las grandes compañías farmacéuticas invertían poco en vacunas para enfermedades y virus globales. Simplemente no era rentable”.
La evidencia de Roberts es que de “las 18 compañías farmacéuticas más grandes de Estados Unidos, 15 habían abandonado totalmente ese objetivo”.
“Los medicamentos para el corazón, los tranquilizantes adictivos y los tratamientos para la impotencia masculina eran el grueso de sus ganancias, no el tratamiento de las infecciones hospitalarias, las nuevas enfermedades y los asesinos tropicales tradicionales”, comparó el economista en Sinpermiso.com.
“Una vacuna universal contra la gripe, es decir, una vacuna que se dirija a las partes inmutables de las proteínas de la superficie del virus, ha sido una posibilidad durante décadas, pero nunca se consideró lo suficientemente rentable como para ser una prioridad. Todos los años nos ponen vacunas que son solo un 50% eficientes”, afirmó el economista británico.
“Pero la pandemia de COVID-19 ha cambiado la actitud de las grandes farmacéuticas. Ahora se pueden ganar miles de millones vendiendo vacunas eficaces a los gobiernos y los sistemas sanitarios”, comparó.
Roberts destacó que el desarrollo vertiginoso de las vacunas que dentro de pocas semanas estarán disponibles en el mercado y se preguntó: “¿Cómo ha sido posible tan rápido?”.
“No fue gracias a que las grandes farmacéuticas lograran la solución mediante su investigación científica”, se respondió.
“Para crear las fórmulas de la vacuna dependen de algunos entregados científicos que trabajan en universidades e institutos gubernamentales. Y fue posible porque el gobierno chino proporcionó rápidamente las secuencias de ADN necesarias para analizar el virus. En resumen, fueron el dinero y los fondos públicos los que proporcionaron la solución médica”, resaltó el autor.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el Departamento de Defensa y los laboratorios académicos financiados con fondos federales realizan la investigación básica de las vacunas estadounidenses.
Las vacunas fabricadas por Pfizer y Moderna se basan en gran medida en dos descubrimientos fundamentales que surgieron de la investigación financiada con fondos federales: la proteína viral diseñada por los NIH; y el concepto de modificación del ARN desarrollado por primera vez en la Universidad de Pennsylvania. De hecho, los fundadores de Moderna en 2010 dieron nombre a su empresa a partir de este concepto: “Modificado” + “ARN” = Moderna.
“Por lo tanto, la vacuna de Moderna no ha salido de la nada. Moderna había estado trabajando en vacunas de mARN durante años con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), una parte de los NIH.
“El acuerdo consistió en cierto nivel de financiación de Moderna al NIH, junto con una hoja de ruta para que los investigadores del NIAID y Moderna colaboraran en la investigación básica de las vacunas de mARN y, finalmente, en el desarrollo de dicha vacuna”, reforzó en Sinpermiso.com.
Roberts enfatizó que “son las grandes farmacéuticas las que desarrollan la vacuna a partir del trabajo científico de los institutos públicos. Las compañías farmacéuticas realizan los ensayos clínicos globales, luego producen y comercializan el resultado. Y venden las vacunas a los gobiernos con enormes ganancias. Así es como se hacían las cosas antes de la pandemia y también ahora”.
En Estados Unidos, en el período de 10 años entre 1988 y 1997, los gastos del sector público para la compra de vacunas se duplicaron de 100 a 200 dólares por niño hasta los 6 años. El costo acumulado del sector público se duplicó nuevamente en menos de 5 años entre 1997 y 2001, de 200 a casi 400 dólares por niño.
Roberts insistió que “todavía se sabe muy poco sobre los términos de los contratos de vacuna para el COVID-19 que los gobiernos de la UE han firmado con grupos farmacéuticos como AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Sanofi-GlaxoSmithKline y CureVac”.
“Pero una vez que se elimine el secreto, lo que veremos es una privatización masiva de miles de millones de dólares de fondos gubernamentales”, lamentó el economista británico.
“Así que, aunque gran parte del trabajo pionero sobre las vacunas se ha llevado a cabo con dinero público, los fabricantes de medicamentos de propiedad privada obtendrán grandes ganancias, mientras que los gobiernos pagan por las vacunas que ayudaron a financiar”, completó.